Esa mañana ya era hora de irnos, después de estar varios días viajando estábamos en Amristsar, listos para salir a Dharamsala. Luego de la danza con miles de indias, el grupo se sentía mas unido, ya no estábamos tan cansados por el jet lag, ni tan despistados o confrontados por todo lo que la India te ofrece a través de los cinco sentidos. Estábamos en aceptación y eso permitió que otra energía que llegara a mí.
Antes de emprender la caravana hacia Dharamsala hicimos una parada en el Templo Dorado, lugar sagrado para los Sijs; la India continuaba quitándonos velos de creencias. Caminamos por la calles descalzos para luego llegar al Templo y entrar. Ahí comprendí lo que es Sagrado, pues no sé nada sobre los Sijs, ni sobre sus creencias o filosofía y por lo tanto, no era un lugar que mi mente pudiera comprender ni comenzar a parlotear, yo sólo podía sentir y experimentar. Y sentía algo Sagrado, no para mí pero sí para muchos otros.
Sentía como muchos Sijs hacían peregrinaje desde diferente lugares para llegar al Templo. Sentía tranquilidad, entrega y mucho respeto, respeto por aquella cultura. Muchos de los Sijs estaban ahí cumpliendo su sueño, y yo sólo sentía en mi corazón que faltaba poco para que yo y muchos de mi tribu cumpliéramos el nuestro. Estábamos saliendo para Dharamsala todos juntos en caravana… mi corazón latía fuertemente.
El viaje fue intenso, 6 horas en carretera (recordaba Mario Karts, esquivando obstáculos por doquier, elefantes, camellos, buses de colores, olores penetrantes). En la India reina el instinto de supervivencia, muchas veces nos gustaría que las cosas fueran como en “casa”, un poco más “organizaditas”, pero la verdad es que este país tiene tantos matices y es tan diferente que tu sólo puedes rendirte, confiar y entregarte a ella. La India definitivamente te prepara para un gran encuentro con Hombres y Mujeres extraordinarios, seres quienes frente a su presencia sólo puedes rendirte, confiar y entregarte, al igual que con ella.
Al final del día llegábamos a Dharamsala, el sol se ponía en el horizonte, comenzaban a dibujarse en el paisaje los Himalayas, se sentía la presencia de lo Sagrado, comenzaba el Silencio. Habíamos llegado… bienvenidos a Dharamsala.
Fotos by Yaitara.