El fin de semana tuve la oportunidad de hacer un seminario maravilloso, el cual me hizo descubrir muchas cosas dentro de mí. Y cuando digo descubrir, literalmente fue como quitar una tela que ocultaba gran cantidad de cosas que no quería ver. Y para ver esa realidad se requiere de mucho valor. Valor para ir profundo dentro nuestro pantano y enfrentar lo que una vez ocultamos.
En el blog “Las armaduras del corazón” hablé mucho de las máscaras y heridas que las mujeres tenemos al crecer.
Lo que me encantó de este seminario es que pude ir profundo en muchas de esas capas para observarlas de frente. Ese fin de semana algo dejó de ser teoría y se convirtió en realidad. Toda mujer (y todo hombre) debe hacer ese ejercicio de ir atrás en el pasado y atreverse a ver lo que escondió por muchos años. Cada instante de nuestras vidas nos marca dejándonos una impresión pero, sobre todo cuando somos niños esas marcas quedan para siempre. Si no las sanamos, esas marcas o heridas pueden desviarnos de nuestro verdadero destino y llevarnos hacia otro lugar.
Libertad, cada vez me doy más cuenta que no tenemos libertad. En mis años de consultora he visto, por ejemplo, que algunas mujeres dicen no querer tener hijos y dan miles de razones lógicas y objetivas, pero en el fondo tienen miedo a convertirse en sus madres y repetir la misma historia que sucedió con ellas. Y eso es un ejemplo de miles de otras situaciones que nos suceden a todos a diario. Realmente no somos libres, la verdadera libertad viene de decidir por amor y no por trauma o rechazo ¿Imagina cuántas veces hemos tomado posiciones en la vida y decisiones por miedo y no por amor? ¿puedes ver algunos ejemplos en tu vida?
Nos hemos vuelto muy mentales y le huimos a las emociones fuertes e intensas, queriendo borrarlas y enviarlas a nuestro inconsciente. Como por ejemplo, recordar las escenas del colegio donde fuimos humillados o cuando nos regañaron o intentaron moldear nuestro comportamiento a través de amenazas, o incluso no haber tenido la suficiente contención y cariño. Tenemos cicatrices, marcas en el alma, heridas en el corazón ¿Qué hemos ocultado todos los años? que hemos estado vivos detrás de mil máscaras, máscaras de: “estoy bien”, “no pasó nada”, ” yo soy fuerte”, creando corazas que no nos permiten amar de verdad.
Porque para amar de verdad en este mundo debemos aceptar que en algún momento de nuestra vida, odiamos de verdad. Se trata de no tenerle miedo a aceptar que alguna vez odié, que me dió mucha rabia, que tuve una tristeza profunda. Una vez Amaniksha me dijo: “De la intensidad con que sea tu rabia, es la misma intensidad con la que eres capaz de amar”. Hemos escondido por miles de años las emociones negativas, emociones que nunca hemos expresado y que viven con nosotros día y noche decidiendo por nosotros. Emociones negativas que están aprisionadas en nosotros, que envuelven nuestro corazón y que no hemos decidido liberar. Porque cuando soltamos y dejamos ir alguna emoción negativa dentro de nosotros, nos liberamos. En el fondo queremos soltar la máscara, queremos dejarla atrás para siempre, pero sin esas heridas dime ¿Quiénes somos? ¿Quién soy yo sin mi historia de dramas? Esta pregunta nos es muy difícil de contestar porque sabemos que en el fondo tenemos apego a nuestros traumas y heridas, pues creemos que somos ellos.
Sólo entonces, cuando tenemos el valor de des-identificarnos de nuestras heridas podremos enfrentarlas, podremos quitar los velos y romper las corazas sin apego. Aquellas corazas que nos pusimos para “sobrevivir” en un mundo hostil como este, para darnos cuenta que somos más que eso y entonces, podremos descubrir parte de nuestra esencia. Toda mujer debe hacer terapia, debe tener el valor de ir profundo en su propio pantano, en su propia oscuridad, para poder rescatar las joyas de su esencia.
Siento infinita gratitud por todo lo vivido y todo lo experimentado. El camino nunca termina, el camino sólo te demuestra que detrás de una capa viene la otra y que sólo aquel que persiste llegará al más amado tesoro.
¡Gracias Condor Blanco y Centro Experiencial para el Desarrollo Humano, gracias Vikrant y su mágico equipo de facilitadores por la experiencia!
Namaste.
Fotos by: Centro Experiencial para el Desarrollo Humano.
Pastor García Terapeuta 1 abril, 2019
Maravilloso artículo, cuando sanamos el niño interior, el adulto del presente vive en equilibro y control de su propia vida.
Gracias por compartir.