A lo largo de mi trabajo en el mundo del crecimiento personal me he podido dar cuenta que el autoestima es la base de todo. En el Blog anterior hablamos mucho de los pensamientos y cómo éstos influyen en nuestra autoestima, hoy quiero hablar de las emociones y cómo éstas pueden ser fuente de empoderamiento, o todo lo contrario, hundirnos cada vez más.
La vida está llena de emociones.
Estoy leyendo un libro de Chip Conley sobre las “Ecuaciones emocionales” y me encantó lo que dijo en el primer capítulo; vida = emociones. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice, pues todas nuestras experiencias de vida pasan por el filtro de las emociones, es por eso que debemos aprender a manejarlas, porque no siempre nuestras emociones van a ser positivas.
Lo que debemos comprender es que esos momentos de rabia, miedo o tristeza no van a durar para siempre y son etapas que debemos vivir para crecer. Siempre vamos a poder elegir entre dejarnos llevar por la emociones o hacer consciencia de ellas y conocernos a nosotras mismas en el proceso.
La Relación que hay entre las emociones y los pensamientos.
Existe una fuerte relación entre nuestros pensamientos y nuestras emociones, los primeros moldean a las segundas y viceversa. Esto significa que si tenemos pensamientos positivos tendremos emociones positivas, lo mismo sucede cuando nuestras emociones son positivas, porque nuestros pensamientos también lo serán.
Haz lo siguientes ejercicios: Piensa que eres capaz. Observa cómo tus emociones cambian y tu cuerpo empieza abrir el pecho. Ahora sonríe y trata de pensar en algo negativo. ¿Imposible, cierto?
Esto demuestra que podemos apoyarnos de nuestros pensamientos para manejar nuestras emociones, al igual que adoptar las características físicas de la emociones para cambiar nuestros pensamientos. Por eso es tan importante andar la mayoría del tiempo con el pecho cierto, la espalda recta y en lo posible sonriendo.
Les cuento todo esto para que entonces tengamos claro que siempre que vayamos a profundizar en nuestras emociones, al mismo tiempo trabajemos con nuestros pensamientos y creencias.
Cuando comprendemos nuestras emociones aumentamos nuestra autoestima.
Se que todas hemos evitado a lo largo de nuestras vidas sentirnos tristes, vulnerables, reprimimos la rabia o incluso pensamos que vivir con miedo y nunca superarlo está bien, pero esos son los mayores errores que podemos cometer en nuestras vidas.
En mi experiencia personal, los momentos de mayor tristeza o rabia han sido aquellos en los que más he crecido y he aprendido de mí. Al experimentar esas emociones fuertes he podido generar una defensa o anticuerpo, por así decirlo, frente a situaciones similares.
Muchas veces en mis consultas de Coaching, mujeres me dicen por ejemplo que tienen miedo a volver a sentirse heridas en una relación, entonces entran a una nueva relación con miedos. Esto hace que esta nueva relación no fluya, porque en el proceso de decantar la relación anterior no fueron profundo en ese miedo o herida y es entonces como un proceso no aprendido, en donde no salieron fortalecidas, sino débiles.
Cuando experimentamos emociones fuertes lo mejor que podemos hacer es ir profundo en ellas y tratar de comprender la razón de estas, al hacerlo salimos de ahí con una nueva comprensión de nosotras mismas y mucho más seguras de nosotras.
En el siguiente video te voy a contar sobre procesos de rabia y tristeza profunda de mi vida y cómo éstos al final de cuentas me han fortalecido y eso me ha apoyado mucho en mi autoestima.