Antiguamente la mujeres teníamos que competir con otras para definir quien se quedaba con el mejor hombre, pues los hombres representaban la “solidez económica” y si no agarrábamos el que era, perdíamos la oportunidad de tener esa solvencia. Hoy en día ésta situación ha cambiado, pues al entrar en la fuerza de trabajo la mujer ha ganado autonomía. Sin embargo, esto definitivamente no ha solucionado el problema relacional entre hombres y mujeres: los divorcios aumentan y el número promedio de relaciones que tiene una mujer en la vida también. Las crisis emocionales ahora son un motor para impulsar a las mujeres a que tomen sesiones psiquiátricas, compren calmantes, vayan de shopping, replanteen su vida, comiencen un camino espiritual y demás.
La realidad es que ni el colegio, ni la universidad o nuestros padres nos enseñaron a lidiar con estas situaciones, es algo que se aprende con “la vida”. Es verdad, la vida es la que nos enseña a través de la experiencia, pero qué delicia es tener alguien que te guíe, te apoye y te traiga consciencia sobre lo que es “la vida”. Especialmente, en aspectos tan cotidianos como las relaciones.
Comprender la ilusión
El otro día, un amigo me comentaba: “estoy cansado de que cada vez que voy a una clase de Yoga la profesora diga que hay que desapegarse, porque es la única forma de amar”. Así que me puse a pensar: si hay tantas personas en el mundo que hablan de lo mismo, es porque es posible experimentarlo. Así que “para amar hay que desapegarse”, pero ¿desapegarse de qué? La respuesta que me llegó fue la siguiente: “desapegarte de la ilusión del Príncipe Azul”.
Si eres mujer, seguramente que cuando te invitaron a cenar por primera vez tu mente creó toda una película y te comenzaste a imaginar toda tu vida con él: los hijos, el carro, la casa y el perro, además de los viajes que iban a hacer. Y eso que era sólo la primera cita…¡Seguro que te ha pasado! sólo sal a cenar con alguien nuevo y observa tu mente…
Mientras todo eso pasa en tu cabeza, la realidad es que no estás disfrutando el momento de estar tomándote una copa de vino y compartir con la persona que tienes al frente. Ahí es cuando el apego comienza, y empezamos a ver todas las formas posibles para hacer que esa ilusión que creamos en nuestra cabeza encaje, como sea, con esa persona.
Así que pregúntate: ¿Estoy disfrutando y descubriendo a la persona que tengo al frente o estoy llenándome de ilusiones? Nota: ilusión es todo lo que no es realidad, es decir todo lo que no esté sucediendo al frente tuyo.
Comprender nuestro cerebro
Según Helen Fisher, el amor romántico es una sustancia que produce el cerebro en el área ventral termental, también llamada: el cerebro reptil. Esta es la zona que se activa al usar cocaína, por lo tanto su teoría es que el amor romántico es una obsesión. Sus estudios han demostrado que cuando una persona busca el amor romántico, sencillamente se obsesiona y se enfoca en una sola persona. Hay obsesión cuando todo está perfecto en la relación, al igual que cuando te rechazan. Pues al ser rechazada, la misma sustancia con la que te enamoraste se activa de nuevo en nuestro cerebro reptiliano.
De hecho, Fisher ha comprobado que cuando una persona busca el amor romántico, el cerebro se enfoca en una persona y se motiva. Pero cuando una persona sólo busca sexo, se enfoca en diferentes personas.
Lo más interesante de todo es que el cerebro reptiliano está por debajo del proceso cognitivo del pensamiento y por debajo de la emociones. Enamorarse es entonces un instinto primario, que prevalece con el tiempo. La cocaína te sube y te baja, pero el instinto de enamoramiento perdura, puede ser que hace ocho años hayas terminado con él, pero cuando vuelves a escuchar esa canción… ¡Sí! se activa todo de nuevo…
Sí, el “Príncipe Azul” es una obsesión de nuestro cerebro, una ilusión tan deliciosa cuando comienza, como espantosa cuando se acaba. Todas queremos enamorarnos, amar y ser amadas, y seguiremos enamorándonos y des-enamorándonos una y otra vez, tanto en esta vida como en mil vidas más. La única solución factible a este proceso irreversible de nuestra vida es el desapego, no como el rechazo de los momentos, sino entendido como un ciclo que comienza y se acaba para comprender este instinto primario, para vivirlo intensamente y luego, desde la comprensión, saber cuándo es el momento para dejarlo ir. Como dice Suryavan Solar: “La FORTUNA es la capacidad de aprender a abrir y a cerrar los ciclos correctamente, es decir, que al terminar una relación sabes liberarte sin dejar lazos kármicos y cuando la inicias sabes hacerlo de manera dhármica y positiva”.
La buena noticia es que seguiremos teniendo muchos príncipes azules en nuestras vidas, y depende de nosotras vivir y disfrutar el momento con cada uno de ellos en forma intensa y saludable, pero sobre todo de forma real, sin ilusiones.
¡Que tengan una feliz noche!
zoebohorquez 26 julio, 2012
Que oportuno este mensaje.
Justamente en estos días ando pensando en este tema del romanticismo. Que trabajo inmenso que tengo de desapegarme de pasados y de futuros.
ukanty 9 julio, 2013
Príncipe Azul…el síndrome lo mencionaba en estos días en una charla con café, era sobre saxualidad…y llegaron muchas chicas buscando informarse, comprender…. y comenté que teníamos un chip -las mayorcitas- recreado para estar listas para buscar pareja -esposo, matrimonio- hijos y demás. Y me pareció súper leer este artículo, precisamente hoy, donde narras acerca de esto, de imaginarnos, de vivir en la ilusión en cada encuentro nuevo… Me encantó la alusión a la Fortuna de Suryavan Solar y a cerrar ciclos de forma dhármica. Gracias, gracias, gracias. Cuando estamos buscando una respuesta, ésta siempre llega.